martes, 10 de febrero de 2009

Sin Título, 1ª Parte

El 9 de Julio de 1914, se producían dos hechos importantes en Argentina.

Helena llegaba en un barco de inmigrantes, donde los sueños abundaban y las esperanzas de una vida mejor era lo que todos ansiaban. Y el acontecimiento patrio iluminaba el puerto de Buenos Aires con luces de colores.

Tenia dieciséis años, cuando sorprendida por la belleza del nuevo país, llegó de Europa. Acompañada por su hermana, un pequeño bolso y muchas ilusiones.

Las comunicaciones a Europa se habían interrumpido por casi cinco años, debido a la Primer Guerra Mundial.

Así fue como Helena hizo su vida en Argentina y no volvió a saber de su tierra natal.

Para 1949, ella ya había sido abuela por segunda vez, Jorge seria su segundo nieto, y cuatro años mas tarde, nacería el último.

Quien hubiese pensado que treinta años después, Jorge emprendería el viaje mas significativo de su vida, el cual marcaría un antes y un después en la vida de los dos.

Jorge, el del medio, siempre se recuerda a los diez años, aproximadamente, vestido de marinerito, junto con su abuela, en el Puerto de Buenos Aires. Desde abajo, ella solía hablar con los marineros en Alemán, y les presentaba a su nieto.

Los barcos eran enormes para Jorge, y mismo para Helena, él lo disfrutaba como un hermoso paseo, ella, encontraba en ese lugar la cercanía con sus orígenes y los recuerdos de aquel viaje. El color azul del mar, el viento que cortaba la piel, la gente que abordaba esos barcos, o solo la que pasaba caminando, hacían que en ella se removieran recuerdos, cada pequeño detalle de la partida hacia América, el olor a humedad de la almohada en el camarote, esa cubierta que se veía infinita, los salones, o el comedor de primera clase, donde nunca podría entrar.

Y ese paisaje, donde mirando atrás solo se divisaba el horizonte y el pasado, y hacia delante una vista nueva, un puerto, y mucho por construir.

Para los años ochenta, Jorge, ya de treinta y un años había decidido irse de viaje a Europa. Escondía el real motivo de su viaje, la ilusión de conocer el lugar donde había nacido su abuela, donde se encontraban sus raíces.

Helena le había dado instrucciones no muy precisas de donde podía estar ubicado el pueblo, pero sin saber el motivo de las preguntas de su nieto, accedió a contarle un poquito de su país. Esto se volvía algo complicado para Jorge, ya que la Guerra había generado muchos cambios en Europa. No sabia con lo que se podía encontrar allí.

Así fue como emprendió el viaje, no en barco como le hubiese gustado, pero si en un avión. Clase turista, comida suficiente como para saciar la ansiedad, y una mujer realmente bella en el asiento de al lado.

El viaje lo había agotado. Por eso decidió dormir una noche en un hotel que se encontraba en el centro de la ciudad, y al otro día comenzaría su búsqueda.

El día parecía una olla de agua hirviendo, no se veía mucha gente en las calles, Jorge empezó a caminar. Luego tomo un taxi y con dificultad pudieron entenderse.

El taxista lograba andar veloz, las calles estaban desiertas. Los edificios cada vez mas pequeños se perdían en el horizonte. Las calles de tierra comenzaban a aparecer. El paisaje cambio por completo, y ahí Jorge, sin saber donde estaba decidió bajar. Otra vez a caminar.

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